martes, 6 de abril de 2010

El mundo en que vivimos hoy día se diferencia radicalmente de cómo era a principios e incluso a mediados de siglo. Y continúa modificándose en todos sus aspectos.
La aparición de las armas atómicas ha subrayado de forma trágica la índole fundamental de tales cambios. (…)Este acontecimiento ha planteado el problema de la supervivencia y de la conservación de la humanidad en toda su profundidad. (…)
El deseo de democratizar todos los sistemas políticos que rigen el mundo se ha convertido en una poderosa fuerza político-social de primer orden. (…) la revolución técnico-científica ha transformado numerosos problemas —económicos, energéticos, ecológicos, demográficos, de abastecimiento y comunicación—, que considerábamos hace poco como nacionales o regionales, en problemas universales (...)
En una palabra, las nuevas realidades cambian toda la situación mundial. Se debilitan o desaparecen las diferencias y contradicciones heredadas del pasado, pero aparecen otras nuevas. Pierden importancia las divergencias y discusiones anteriores, pero ocupan su lugar conflictos de distinto orden. (...)
Es evidente, por ejemplo, que la fuerza y la amenaza de la fuerza ya no pueden ni deben seguir siendo un instrumento de la política internacional. Nos referimos, en primer lugar, al armamento atómico, pero no se trata únicamente de eso. Todos, y en primer término los más fuertes, deben limitar por sí mismos y excluir totalmente el uso de la fuerza en el exterior. (...)
La nueva etapa exige la no politización de las relaciones internacionales. Nosotros no renunciamos a nuestras convicciones, a nuestra filosofía y tradiciones, ni pretendemos que nadie renuncie a las suyas (...)
Esto es lo que pensamos sobre las leyes que rigen el mundo en el umbral del siglo XX. Claro está que no pretendemos, ni mucho menos, estar en posesión de la verdad absoluta. (...).
¿Cuáles son las conclusiones prácticas de todo ello? Lo natural y lo sensato sería no renunciar a lo positivo que hemos adquirido, hacer que progrese todo lo bueno que hemos conseguido en los últimos años gracias a los esfuerzos comunes.
Me refiero al proceso de negociaciones sobre el desarme nuclear y de armas convencionales y químicas, a la búsqueda de soluciones políticas para acabar con los conflictos regionales y, en primer lugar, a un diálogo político más intenso, más sincero, orientado al fondo de los problemas y no a la confrontación; a un intercambio no de acusaciones, sino de consideraciones constructivas. Sin diálogo político, las negociaciones no prosperarán (...).
En esta situación histórica concreta debemos plantearnos, asimismo, el nuevo papel de la ONU. Consideramos indispensable que los Estados revisen su relación con un organismo tan excepcional como es la ONU; sin él resulta ya imposible concebir la política mundial. Su intensa actividad pacificadora en estos últimos tiempos ha de mostrado nuevamente que está en condiciones de ayudar a sus miembros a resolver los desafíos amenazadores de nuestros días y a seguir el camino de la humanización de las relaciones entre ellos (...).
La seguridad del mundo se basa en los principios de la Carta de la ONU según los cuales todos los Estados deben atenerse al derecho internacional. Al defender la desmilitarización de las relaciones internacionales abogamos por la supremacía de los métodos político-jurídicos en la solución de los problemas fundamentales (...)
La democratización de las relaciones internacionales no significa únicamente que todos los miembros de la comunidad mundial internacionalicen al máximo la solución de los problemas. Significa asimismo la humanización de las relaciones. Las relaciones internacionales no reflejarán plenamente los verdaderos intereses de los pueblos no serán una firme garantía de su seguridad hasta que el centro de todo sea el ser humano, sus inquietudes, derechos y libertades (...)
Hoy puedo comunicarles lo siguiente: La Unión Soviética ha decidido reducir sus fuerzas armadas. En los próximos dos años su número disminuirá en 500. 000 hombres y la cantidad de armamento convencional se reducirá sensiblemente. Estas reducciones se efectuarán unilateralmente. al margen de las negociaciones sostenidas en el encuentro de Viena.
De acuerdo con nuestros aliados del Pacto de Varsovia, hemos decidido evacuar en 1991 seis divisiones de tanques de la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y Hungría que serán disueltas. Retiraremos igualmente las tropas soviéticas aerotransportadas que se encuentran en esos países, así como otras unidades de mayor o menor importancia, con todos sus equipos y material de combate. Los efectivos de las tropas soviéticas en esos países se reducirán en 50.000 hombres y 5.000 tanques.
Todas las divisiones soviéticas emplazadas actualmente en territorio aliado serán reformadas. Tendrán una estructura diferente de la que tenían antes, ya que, una vez evacuados casi todos sus tanques, su misión será claramente defensiva.
Al mismo tiempo, reduciremos el personal y los armamentos de las tropas situadas en la parte europea de la URSS. Las fuerzas armadas soviéticas en esta región y en los territorios de nuestros aliados de Europa disminuirán en 10.000 tanques, 8.500 piezas de artillería y 800 aviones de combate.
Durante esos dos próximos años reduciremos también sensiblemente las fuerzas armadas situadas en la parte asiática del país. Por acuerdo con el Gobierno de la Re pública Popular de Mongolia, una parte considerable de las tropas soviéticas emplazadas temporalmente en ese país regresarán a la patria.
Al tomar estas decisiones tan importantes, los dirigentes soviéticos expresan la voluntad de un pueblo que se entrega a la profunda renovación de la sociedad socia lista. Mantendremos el potencial defensivo del país a un nivel razonable y en cantidad suficiente para que nadie intente atentar contra la seguridad de la URSS y sus aliados.
Con estas acciones nuestras, lo mismo que por toda nuestra actividad en favor de la desmilitarización de las relaciones internacionales, quisiéramos centrar la atención de la comunidad mundial en otro problema actual, el paso de una economía armamentista a una economía de desarme.
7 de Diciembre de 1988

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